Piel

Grabado, pintado, pirograbado, repujado, modelado, teñido, cincelado, calado, son algunas de las técnicas existentes que se aplican a la piel o cuero para la elaboración de productos artesanales.
Por lo general, se trabaja con el cuero crudo, aquel que no proviene de un proceso industrial, pero además se incorpora para varios usos el cuero curtido al alumbre, comúnmente llamado suela.
La técnica del grabado da la posibilidad de plasmar sobre el cuero cualquier dibujo. Ciertos métodos que se pueden utilizar son el grabado con troqueles, el cual radica en el empleo de troqueles de distintas formas y modelos; el grabado con buriles, consistente en sujetar un motivo dibujado sobre papel vegetal en la zona del cuero que se desee grabar mediante el uso de un buril.  Es importante tener en cuenta que, en  este caso, la pieza debe estar mojada. Ya teniendo el modelo sobre el cuero, con un buril o con cualquier objeto, como un lápiz o un bolígrafo, se procede a repasar cada una de las líneas del dibujo, las cuales quedarán marcadas en el cuero. Tras retirar el dibujo, hay que continuar con los buriles marcando las líneas de una manera más profunda.  Vale aclarar que esta técnica es útil para motivos sencillos, sin muchas pretensiones.
Vale decir que las técnicas aplicadas actualmente son exactamente las mismas que las empleadas en el pasado, aunque, por supuesto, han ido renovando algunos aspectos de los procedimientos, en función con las necesidades del trabajo, las preferencias y demás cuestiones.
Elaboración artesanal de productos en cuero o piel
Uno de los procedimientos conocidos para la confección de  artesanías en cuero se obtiene  oprimiendo la piel con una espátula, produciendo diversos planos aunque de escasa profundidad.
También, puede hacerse uso del repujado, quizás la técnica más conocida para realizar trabajos en cuero. Se trata de producir un relieve de mayor grosor que la piel, para lo cual se procede a realizar la labor no sólo desde la flor sino también por el dorso, empujando hacia la parte superior con el repujador de bola hasta lograr el relieve que se desea.
En el caso del gofrado, es una práctica que se usa habitualmente de manera complementaria para ornamentar  el labrado principal.  Al golpear la piel con unos punzones de hierro, que llevan grabados pequeños dibujos geométricos,  dejan suaves marcas en la piel adornando las superficies lisas.
Para la decoración suele utilizarse también el mosaico, práctica que consiste en la unión de fragmentos pequeños de pieles, de todas clases y colores, conformando un diseño atractivo mediante la yuxtaposición.
Además, puede emplearse la coloración para dotar de color a aquellas pieles que poseen una tonalidad muy clara, tanto en monocromo o en policromia, aumentando así la belleza de la piel.